La madre de Matías Carbonell, el joven internado en el hospital Borda que murió en 2010 luego de una larga agonía, denunció hoy en el juicio que se le sigue a seis profesionales de la salud mental por ese episodio que el sector de internación era un «desastre» y un «depósito de personas».
La madre de Matías declaró hoy ante el Tribunal Oral Criminal 14 que juzga a psicólogos y otros profesionales por los delitos de «tortura» y «abandono de persona seguido de muerte».
«El 1422 (el servicio mental al que había sido trasladado Matías dentro del Borda) era un desastre, un depósito de personas, hacían sus cosas por cualquier lado», relató Adriana Rodríguez, madre de Carbonell.
«Matías estaba muy sucio, triste y se pasaba muchísimo tiempo en la cama», recordó la mujer ante los jueces Domingo Altieri, Gabriel Vega y Gustavo Valle.
En el inicio de la declaración, Rodríguez expresó que daba testimonio para que «esta muerte sirva para que no hayas otros Matías» y se prestó a las preguntas que le hizo el querellante por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Tomás Griffa.
Carbonell murió el 12 de noviembre de 2010, después de 24 días de agonía en el Hospital Penna, con lesiones físicas y quemaduras compatibles con el uso de corriente eléctrica.
El caso de Matías Carbonell, quien padeció condiciones de enfermedad mental desde niño, es el primero en democracia en el que se constatan presuntas torturas en un hospital.
Rodríguez contó que, en principio, su hijo estuvo «muy enganchado» en el tratamiento de corto plazo al que lo sometieron en el Borda en junio de 2008 pero señaló que su condición empeoró cuando lo sometieron a un «traslado violento» al servicio 1422.
Por la muerte y las presuntas torturas a Carbonell se encuentran imputados el psicólogo y jefe del servicio, Roberto Capiello, los psiquiatras Fabián Pintow y Silvia Scheweitzer y los enfermeros Hugo Dospital, Ismael Portillo y Jorge Mastricola.
Los seis profesionales, responsables directos del tratamiento y cuidado de Carbonell, están imputados por tortura, abandono de persona seguido de muerte, ocultamiento de medios de prueba y omisión de denunciar hechos de tortura.
También recordó la madre que las «condiciones denigrantes» en la internación de su hijo se agravaron cuando fue elegido delegado del servicio por parte de sus compañeros.
Está previsto, en el marco del juicio oral, que declaren además de Rodríguez, otras decenas de testigos, profesionales del Hospital Borda, peritos del Cuerpo Médico Forense y otras personas expertas en salud mental.
A principios del mes pasado declaró Capiello y aseguró que «no estaba sobremedicado» como sostienen las querellas y que la acusación es «un relato que sobrepasa la realidad».
Capiello explicó que Carbonell tenía un régimen de internación abierta, por el que permanecía en el Borda de martes a jueves, mientras que de viernes a lunes estaba en su casa, con su madre.
«Es sumamente difícil que con ese esquema haya podido ser maltratado, o torturado, porque siempre volvió (al hospital) y estaba de acuerdo con el tratamiento. Tampoco hay forma de que un paciente sobremedicado vaya a su casa y después vuelva en tiempo y forma», aseguró.
Según relató el psicólogo, Matías «no era peligroso» pero «tenía antecedentes de problemas psiquiátricos desde la niñez» y estaba en situación de consumo problemático de «esteroides, anfetaminas y otras cuestiones relacionadas al fisicoculturismo», una de sus actividades favoritas.