Lugar emblemático de Lomas de Zamora quien cobijó a vecinos y vecinas en la última dictadura militar de la Argentina. La casa es un espacio de encuentro y militancia peronista. Pasaron deportistas notables. Un emblema del barrio que cumple 80 años.
Por: Federico Guerra
Lila, junto a su esposo ferroviario, llegó a Lomas de Zamora, desde Las Flores, provincia de Buenos Aires, en los albores de la década de 1940. Era la menor de 11 hermanos. Aquel barrio era muy humilde por esos tiempos, de gente obrera y de trabajo duro. Y fue ahí en Francisco Amero 240 que comenzó a construir su casa, un hogar que desde 1943 es emblema. 80 años de una historia de amor, solidaridad y militancia del peronismo.
Ramiro Trezza, ex concejal de Lomas de Zamora, es militante del peronismo y atesora recuerdos nítidos de la abuela y de esa vivienda que, según dice, “ya es del barrio”. “Durante la proscripción del peronismo Lila puso las imágenes de (Juan Domingo) Perón y de Eva en el ropero para admirarlas siempre que podía; y, además, durante la última dictadura cobijó a quien necesitaba una mano”.
A la casa, que ya lleva tres generaciones de solidaridad en la calle Francisco Amero, la construyeron desde los cimientos. “Originalmente tenía el baño afuera, dos habitaciones y un terreno grande con huerta, gallinero, y un cuartito donde se cobijaba a quien necesitaba una ayuda o esconderse por unos días”, detalla el ex concejal lomense.
Aquel Lomas de Zamora de 1940 tenía en la calle Laprida (peatonal desde 1979) un emblema de la ciudad. Aquel paseo estaba frondosamente arbolado y pasaban los tranvías que llevaban a los viajeros a tomar el tren a la estación. El progreso fue instalando comercios hasta convertirse en el paseo preferido de los lomenses que compraban en sus lecherías, heladerías, cafés, tintorerías…
Más alejada de esas modernas marquesinas, Lila “ayudó a todo el barrio. Cada vez que iba –agrega Trezza– estaban las vecinas charlando, escuchando la radio, compartiendo la tarde. La casa fue y sigue siendo un lugar de encuentro de la militancia”. Tanto es así que su nieto destaca aquella tarde que “Nélida Coca de Rucci estuvo en la casa charlando y contando historias y recuerdos que quedarán por siempre”.
Leandro Petraglia, militante y concurrente de la casa, repasa que actualmente funcionan talleres, a modo de escuela de oficio, donde se enseña a elaborar panificados, reparaciones de aire acondicionado, entre otras actividades. “Incluso desde ahí llevamos adelante acciones sociales como el operativo frio donde, entre otras cosas, clasificamos ropas, libros, raciones de alimentos”.
Cuentan en el barrio que Lila y su familia eran muy solidarios, siempre hacían pasar a los vecinos y vecinas que necesitaban una mano de lo que sea. Incluso preparaban la comida para quien anduviera por ahí, y se atendía con total calidez. “Nadie se iba de la casa, si estábamos militando o preparando algún operativo, sin tomar su merienda”, recuerdan.
Pasión por el deporte
Suma Trezza que el espíritu de su abuela era tan abierto a cobijar a quien lo necesitaba que “muchas veces había jóvenes en la casa que venían a probarse al Club Atlético Banfield desde algún pueblo de la argentina y Lila les daba asilo mientras duraba el período de prueba deportiva”. Un ejemplo.
También pasaron a tomar unos mates, cuenta su nieto, boxeadores de la talla de Víctor Palma o Juan Martín “Látigo” Coggi. El deporte siempre rondó la casa. Tanto consagrados como quienes buscaban un futuro mejor se dieron una vuelta por la vivienda de Francisco Amero 240.
Será por eso que actualmente muchos jóvenes, incluso pasó en época de la pandemia, se reúnen para pensar nuevos emprendimientos como repartir libros, acrecentar la militancia política desde el peronismo y dialogar del presente como proyección hacia lo que se viene.
Quienes se reúnen en la casa se sienten protegidos por la mirada de la abuela Lila quien desde una mural en el patio sigue irradiando la misma ternura que hace 80 años cuando ese hogar lucía nuevo y cortaba los baldíos de Lomas de Zamora.