La declaración del sector como actividad estratégica y los créditos estatales de promoción posicionan al rubro de construcción y refacción de naves en el mejor momento desde la década de los noventa, de acuerdo con un estudio de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera (Fulasp).
El informe destacó que el plan de fomento de la industria naval y las líneas de crédito para adquirir buques y artefactos navales construidos en el país, permitieron «un crecimiento sostenido en el sector en los últimos veinticuatro meses, avistando una lenta pero histórica recuperación».
«La recuperación se debe a varios temas: el Gobierno tuvo un primer gran acierto que es haber declarado a la industria naval como actividad estratégica, por lo importante que es como generadora de empleo y para el movimiento en las economías regionales», dijo a Télam el presidente de la Fulasp, Raúl Cereseto.
Agregó que «el segundo tiene que ver con que claramente es una industria tan potente que necesita el acceso crediticio, entonces el haber lanzado una línea de promoción de renovación de flota pesquera, acompaña y mucho».
«Tercero, las políticas pesqueras que van llevando adelante a la actividad permiten que el empresariado vaya surfeando la ola y tenga ganas de seguir invirtiendo en una actividad que le da cierta previsibilidad, se va ordenando, está bien normada», destacó.
El programa de incentivo cuenta con una inversión estatal de 10.000 millones de pesos, mientras que la línea crediticia contempla una financiación de hasta el 75% del valor total de la embarcación, con tasa subsidiada durante los primeros 36 meses.
El análisis se desarrolló a partir del inminente bautismo al mar del segundo barco pesquero construido por el Astillero Contessi, con financiamiento del Banco de la Nación Argentina (BNA).
Se trata del buque Nuevo Anave, de la firma Pesquera Anave, cuyos propietarios, oriundos de la ciudad de Rawson, provincia de Chubut, accedieron a uno de los préstamos oficiales y concretarán su botadura el próximo sábado 5 de agosto, a las 9, en el puerto de Mar del Plata.
Del total de la inversión realizada por la empresa, casi un millón de dólares se financió con un crédito de promoción del Gobierno Nacional, conjuntamente con el Banco Nación.
El informe destacó que «se trata de un buque incluido en una inmensa lista de navíos de construcción nacional que muestran una recuperación que devuelve paulatinamente al sector a los años de gloria que vivió desde la década del setenta y hasta fines de los ochenta».
Cereseto detalló que en 1981 la industria naval llegó a conformar casi el 0,30% del PBI, con más de 60.000 empleos, pero luego «las nefastas políticas de los años noventa, que permitían, entre otras cosas, la importación de buques usados a casco desnudo, libre de todo impuesto, destruyeron a los astilleros nacionales».
Actualmente, la industria naval se compone de más de 300 empresas y emplea a alrededor de 10.000 trabajadores.
Por cada empleo directo que genera la industria naval, se generan otras tres fuentes laborales indirectas entre marineros, talleres navales, puertos, plantas procesadoras, empresas de transporte marítimo y fluvial y empresas de logística, entre otros.
La fundación indicó que las medidas han permitido que «el sector pesquero y los astilleros muestren en la actualidad números más que auspiciosos, que ubican a la industria naval del país a las puertas de volver a convertirse en un motor de la economía nacional».
En adelante, Cereseto consideró que «hace falta ordenar la macroeconomía y proveerle a la industria naval todos los insumos necesarios para la construcción de buques», dado que «está costando mucho importar algunas cosas que no son industria nacional, como motores y tecnología».
«La industria naval y la pesquería argentina están atravesando un nuevo momento histórico que no se puede desaprovechar; si bien todavía queda mucho por hacer, está claro que el sector tiene todo para consolidarse en un verdadero motor de la economía nacional y regional», concluyó.